El 20 de mayo, ante una nutrida asistencia se celebró en el Centro Riojano de Madrid, la quinta entrega del ciclo del “Foro Naciones Unidas”, que organiza la Fundación Paz y Cooperación y en colaboración con el Centro Riojano de Madrid, que trata de poner sobre el tapete los problemas globales y la actualidad internacional. La próxima conferencia de este Foro, se llevará a cabo el 30 de mayo, a mano de la Excma. Sra. Dña. Marzenna Adamczyk, Embajadora de Polonia, con el tema “La Polonia de hoy”.

En esta ocasión, la Conferencia trataba sobre “Tokio 2020” a mano de dos expertos, como lo son D. Arturo Pérez Martínez, Embajador de España destinado varios años en Japón y D. Toru Shimizu, Ministro de la Embajada de Japón. A su vez, presidieron la mesa e intervinieron, Gloria Martínez Manso, de la Junta Directiva del Centro Riojano, y Joaquín Antuña, presidente y fundador de Paz y Cooperación.

La conferencia comenzó con Gloria Martinez, que introdujo a los ponentes y la relevancia del tema a tratar. Por su parte, Joaquín Antuña habló sobre sus dos experiencias en Japón, una presidiendo la Conferencia de Hiroshima-Nagasaki, donde tuvo la oportunidad de visitar ambas ciudades y conocer las víctimas del atentado nuclear. La segunda experiencia, fue cuando le invitaron a la Cámara de Comercio y eso le hizo recordar las grullas que los niños hicieron en recuerdo de las víctimas de las bombas nucleares.

Por su parte, el Embajador Arturo Pérez Martínez, introdujo el tema a tratar, los Juegos Olímpicos que se celebrarán en Japón en 2020 y su paralelismo con los Juegos Olímpicos de Tokio de 1964, un hito que marcó el devenir de Japón.

Sin duda el final de la IIGM, marco un punto culminante en el que comienza el crecimiento de la economía japonesa, calificada sin duda de brillante y excepcional. Remontándose a 1945, Arturo Pérez relataba los acontecimientos ocurridos en Hiroshima y Nagasaki que fueron determinantes para que finalizara la guerra. Esta derrota militar de Japón supuso una gran crisis económica, un país devastado y ocupado por un ejército extranjero que además exigía reparaciones de guerra.

Pero con el perfilamiento de la Guerra Fría, la postura de los Estados Unidos se suavizó con Japón ya que necesitaba mantener el “statu quo” frente al creciente influjo de la Unión Soviética y de la República Popular de China, y eran conscientes de que Japón era un buen aliado si no se le constreñía de manera tan exigente. Por ello, se firmó el Tratado de Paz de San Francisco en 1951, entre las fuerzas aliadas y Japón, que supuso que dos horas después se firmara el Tratado de Seguridad con los Estados Unidos.

Pero en 1950 Japón seguía reponiéndose de las consecuencias de la guerra, con un PNB de 10 mil millones de dólares y una renta per cápita de 100 dólares. En tan solo 16 años, Japón multiplico por diez su PNB, ya que en 1966 era de 100 mil millones de dólares, que se empezó a calificar de milagro. En 1964, cuando se llevaron a cabo los Juegos Olímpicos en Tokio, Japón ocupaba la sexta economía del mundo, pero en 1968 ya se colocaba en el tercer lugar.

Estos Juegos Olímpicos celebrados en Tokio en 1964, fueron los primeros celebrados en Asia, también conocidos como la “XVIII Olimpiada”, donde el gobierno llevó a cabo una inversión de 3 mil millones de dólares para la celebración de los juegos. Pero todo este gasto, paso factura a la economía japonesa que tuvo una recesión después de los Juegos, con un momento inicial de déficit y de estancamiento de la economía.

Aun así, los Juegos Olímpicos abrieron una época de un gran crecimiento para Japón, que se materializó con la inauguración del Tren Bala, que conectó Tokio con Osaka en tres horas y media, la realización de autopistas urbanas… Pero las infraestructuras no lo fueron todo, y el gobierno se embarcó en un proceso de desarrollo del atletismo, donde a los largo y ancho del país surgieron club deportivos.

El éxito de los Juegos Olímpicos fue catalizador y determinó que los japoneses se aficionaran a organizar estos eventos, como los Juegos de Invierno en Sapporo en 1972, los Juegos de Invierno en Nagano en 1998 y finalmente los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

Sin duda es inevitable no cuestionarse los factores de este gran progreso, que fueron explicados en la conferencia mediante la gran vocación de la población japonesa al trabajo y a la innovación, la jornada laboral, la incorporación de la mujer al trabajo, la fuerte tasa de inversión de las empresas, que han generado un gran incremento y añadiéndose a esto, la asimilación tecnológica. Donde Japón no solo copia tecnología, sino que la mejora y supera, siendo la tecnología japonesa la primera en electrónica y robótica.

A esto se le añade la fuerte imbricación entre el estado, las empresas y la educación. Donde el gobierne protege y ejerce un paternalismo con las empresas, mediante aranceles altos para gozar de un gran mercado interior. A su vez, las empresas encuentran a sus empleados en la Universidad, donde muchos estudiantes ya se comprometen con estas empresas antes de terminarla.

Pero este crecimiento no podía durar para siempre. En la década de los 90, se produce un pinchazo de la burbuja, que acaba con el milagro japonés. El crecimiento anual de Japón pasó del 10% a menos del 1%. La economía japonesa estaba estructurada entorno al factor del suelo desde 1985, y esto hizo que se aumentara la concesión de créditos por parte de los bancos. Esto hizo que incrementara el valor del suelo y que se apreciara el yen, por tanto las exportaciones eran más caras y con ello, menos competitivas. Al aumentar el tipo de interés, el precio del suelo se derrumbó y se desplomó la bolsa y la capacidad de las empresas para financiarse. Sin duda, el desplome de las empresas y la disminución del crédito, afecto a los salarios que descendieron y con ello, el consumo privado. Generó sin duda, una década perdida para la economía japonesa.

Con el nuevo milenio, se vislumbró la esperanza para una recuperación económica y aparecen nuevos hitos los cuales caracterizarán a Japón en este nuevo milenio. Por una parte, la firma del Acuerdo TPP en 2016, que tras el abandono de Estados Unidos del acuerdo, pasa a ser el Tratado Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico (CPTPP). Además, la firma los Acuerdos de Asociación Económica y de Asociación Estratégica con la Unión Europea en 2018. Y sin duda uno de los hitos más relevantes, es la abdicación del anterior emperador, y el traspaso a su hijo Naruhito como nuevo emperador a partir del 1 de mayo de 2019, que comienza con una nueva era “Reiwa” (armonía).

Sin duda se prevé que la realización de los Juegos Olímpicos de 2020 en Tokio, sea un gran éxito, dada la preparación y la fuerte inversión japonesa. También se espera que estos Juegos abran un nuevo ciclo de progreso, como así lo hicieron los Juegos Olímpicos de 1964, pero con novedades y diferencias respecto a este.

Ya que Japón ya no es la segunda potencia económica mundial, sino que ha sido superado por China y ya no crece al ritmo de entonces. A ello se suma, el envejecimiento de la población que sin duda se diferencia del “baby-boom” que caracterizó la post-guerra. Añadido a la urgente necesidad de mano de obra para que la productividad y la competitividad sigan a buen ritmo. Aun así, la visión es optimista ya que Japón ha superado siempre sus peores crisis, como la crisis de la IIGM y la de los años 90.

Por su parte, el Ministro Toru Shimizu, trató de explicar la situación de la seguridad en Japón, que sufre un cambio a partir de los años 90, con la caída de la Unión Soviética y el cambio esquemático de la geopolítica del continente europeo. Por ello, se desarrollan debates internos en el parlamento japonés, sobre cuál era la postura más adecuada y hacia qué dirección debería dirigirse Japón. Ya que Japón hasta entonces solo contribuía a la comunidad internacional en el ámbito económico y comienzan a darse cuenta que no pueden continuar en ese ritmo, sin contribuir en el mantenimiento de la Paz y la Seguridad sobre todo teniendo en cuenta el mundo tan globalizado en el que vivimos.

A partir de los atentados del 11-S, y los consiguientes sucesos en varios países, Japón tiene la necesidad de cambiar y por ello, introdujeron una nueva ley para poder contribuir al mantenimiento de la paz bajo la autoridad de las Naciones Unidas y asegurar la seguridad en Asia.

Pero ello no significa, como aclaraba, que Japón quiera volver a los años 30 y 40, sino que en un mundo tan globalizado y con el gran peso que tiene este país en la geopolítica internacional, tiene que adaptarse a la comunidad internacional. Aun así aclaraba que sus fuerzas de autodefensa, no son comparables a las que pueden poseer otros países.

Sin duda el ministro, aclaró que Japón solo quiere defender los valores fundamentales como lo son la libertad, el respeto a los derechos humanos y el imperio de la ley. Ya que en muchos rincones del planeta se ven fenómenos en donde no prevalecen estos valores incluso dentro del continente europeo.

Por lo que Japón que es un país dependiente del comercio internacional, necesita y es fundamental el asegurarse la base de estos valores fundamentales en todos los países y sobre todo en sus vecinos, los países asiáticos.

Al finalizar estas dos magníficas exposiciones, se abrió un turno de preguntas, en el que se manifestó el gran interés que tenía el tema para los espectadores, que mostraron su conocimiento y su gran pasión por Japón.

La conferencia fue sin duda todo un éxito, tratando un tema tan relevante y necesario como lo es Japón. Hay que aclarar, que en este mundo globalizado, el protagonismo actualmente lo tiene Asia y en nuestro futuro próximo, Japón tendrá un gran papel que desarrollar.

Se puso de relieve que temas, conferenciantes y asistentes rayan a gran altura y ya hay expectación ante los próximos capítulos de este singular Foro de política internacional.