Conflictos armados: Cuando el ruido de las armas silencia la educación

La educación es un derecho humano fundamental. Para los niños, las niñas y jóvenes atrapados en situaciones de crisis, la educación no solo garantiza la continuidad del aprendizaje, sino que también proporciona un sentido de normalidad y la clave para optar a un futuro diferente, como advierte la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

Con los conocimientos, las capacidades y el apoyo adquiridos mediante la educación, las diferentes generaciones pueden superar las crisis y conducir al mundo hacia un futuro sostenible. Esto resulta particularmente evidente para los grupos vulnerables, como las niñas, las personas migrantes, refugiadas y aquellas con discapacidades.

Los centros educativos deberían ser un refugio seguro para los niños y las niñas, los estudiantes y el personal docente. Sin embargo, con demasiada frecuencia, los lugares donde aprenden, se convierten en objetivos directos o en daños colaterales en entornos afectados por conflictos.

Los ataques contra la educación pueden tener graves repercusiones físicas y psicológicas a largo plazo para el alumnado y el profesorado. Pueden interrumpir la enseñanza y el aprendizaje, provocar un aumento significativo de las tasas de abandono escolar e impedir que los alumnos ejerzan su derecho a una educación de calidad.

Fuente: Naciones Unidas